El Mellizo, en su mundo
LA PLATA.- La tarde está avanzada y el cielo se tiñe de color grisáceo. Es poca la gente que camina por las arboladas veredas de City Bell; y por ende, pocas son las opciones que accidentalmente un foráneo puede hallar por esas horas y en esa zona para lograr una indicación precisa que ayude a encontrar el country donde vive Guillermo Barros Schelotto. Minutos después, a pocos kilómetros del predio donde practica Estudiantes, el camino conduce hasta la puerta de ingreso del sitio anhelado; un agente de seguridad privada señala por dónde llegar a la casa del Mellizo. Luego de unos 500 metros, entre zigzagueos y caminos de arenilla, se vislumbra la silueta del hombre que maravilló a los hinchas de Boca durante una década, en plena acción paternal: empujando un autito que transporta a Máximo, el mayor de sus tres hijos varones.
El 4 de mayo próximo, Guillermo festejará sus 35 años, y hoy, lejos de la frenética vorágine xeneize, disfruta de otros aspectos de la vida. Porque más allá de que aún anhela jugar una temporada más antes de ser DT, «el último rebelde del fútbol argentino» , como alguna vez lo bautizó César Luis Menotti, tiene otras prioridades. Hace casi un año, durante la pretemporada en Tandil, el Mellizo jugaba como enganche bajo el supuesto amparo de Miguel Angel Russo, pero luego, la llegada de Riquelme le quitó protagonismo y la liga de los Estados Unidos fue el destino del ídolo.
"Hace un año no me imaginaba que antes de junio iba a tener que cambiar de club. En el verano había jugado, pero en vez de enganche, terminé jugando de enganche en cruz (sonríe, irónico)... Cuando Russo me propuso eso, me entusiasmé, pero no quiero hablar de Russo. Es más, cuando él me dijo que iba a jugar de N° 10, pero que podía llegar Gracián o Riquelme, le dije que no le iba a traer ningún problema. Así que no quiero hablar de Russo", es lo primero que cuenta el Mellizo, serio, aunque sin ánimo de polémicas. Matilde, la amable esposa del ex N° 7 auriazul, lo mira, lo escucha..., hasta que las inquietas corridas de Máximo le atrapan la atención. Barros Schelotto toma un sorbo de café, come una medialuna y cierra , por el momento, el tema Boca: "Sabía que en algún momento me iba a ir del club. Uno sentía un poco de presión estando en Boca, pero no como algo malo para vivir. Era un gran desafío. Pero ya pasó...".
En la tierra de Walt Disney, quizás, el lugar menos imaginado, Guillermo vivió seis meses distintos, sin mayores exigencias deportivas, sin ser asediado por la calle y en un mundillo totalmente distinto al que conocía. "Mil cosas me llamaron la atención, pero me adapté bien a la sociedad -dice-. Lo más difícil fue acomodarme al fútbol, porque es muy distinto al argentino. Allá no hay pasión, no se concentran, llegaba a la cancha una hora antes del partido. Yo bajaba del auto, me iba al vestuario y Matilde a la tribuna. Eso está bueno a mi edad, pero para un pibe que recién empieza y tiene las ganas de sobresalir en otro medio, es difícil. Los hinchas casi no te conocen".
-¿Te afectó en algo dejar de ser muy popular a casi un desconocido?
-No, para nada, porque sabía adónde iba y cómo era ese ambiente. El respeto que tienen es algo para destacar. Un día me chocó una mujer y a los 30 segundos apareció la policía para solucionar todo.
Guillermo tiene como vecino a su hermano Gustavo y el terreno de ambas casas está comunicado; mientras LA NACION charla con aquél, éste cruza por el césped e ingresa en la cocina. Guillermo lo invita a tomar un café y cuenta otra anécdota: "En los estadios no hay policías, ni seguridad privada. Solamente están los acomodadores, como en los teatros. Después, me pasó algo muy cómico: un compañero del Columbus, que jugaba de enganche, me preguntó si lo conocía a Riquelme. Yo al principio no le entendí muy bien y le dije a uno que me tradujera. «Dice si lo conocés a Riquelme» , me dijo (lanza una carcajada). Yo no lo podía creer. No tenían ni idea. Después fui y le dije si conocía a Palermo. Y me dijo «¿Palermo? Oh..., no» (lo imita con acento inglés). El flaco vive del fútbol y no conocía a Palermo, ¿entendés?
-Entonces, observaste que hay cierta ingenuidad en los jugadores.
-Sí, sobre todo para jugar. No hacen relevos, no van a buscar la pelota en profundidad. Si yo te estoy marcando a vos, te sigo y si me pasa otro por al lado con la pelota no lo marco porque estoy con vos. Entonces te vuelven loco. Pasaba que el defensor estaba marcando a uno en el área y el delantero se iba y el defensor lo seguía. Y yo le decía «¡Largalo y andá al área¡ ¿No ves que ese no te va a hacer el gol?» Increíble... Me llegué a tentar de risa adentro de la cancha. Aunque por dentro decía la pu... (se tapa el rostro con las manos). Cosas de sexto grado. Pero lo que tiene de bueno es que no hay envidia, los norteamericanos no tienen drama.
-¿Qué es lo que más valoraron de vos en lo futbolístico?
-Que pedía siempre la pelota. Me di cuenta que entre ellos se decían que me la pasaran. Como que a ellos les falta alguien que los ordene más dentro del campo. Les falta un Riquelme, alguien que les hable y les diga qué tienen que hacer.
-¿Te radicarías en EE.UU.?
-No, porque mi lugar es acá, en Buenos Aires..., es más, mi lugar es en La Plata. Ello no quita que pueda volver a jugar el año que viene en Estados Unidos, ya tengo el ofrecimiento, el presidente me dijo que me quieren y quedé en contestarle en los primeros días de diciembre.
-¿Notaste que los norteamericanos vivan con temor por la guerra en Irak?
-No, incluso muchos ni hablan sobre el tema. Una vez le pregunté a un vecino y me dijo que antes de atacar a Columbus tenían como 20 ciudades. Que tenían tiempo como para escaparse (sonríe).
-¿Qué imagen tienen de Bush?
-No es tan así como dicen que nadie lo quiere, que está todo el país en contra. Es verdad que están en contra de la guerra. Muchos dicen que Bush los está defendiendo, otros que está atacando a un país por el petróleo, hay varias opiniones. Mis compañeros hablaban muy poco de política.
-¿Cómo nos tienen considerados a los argentinos?
-La verdad que mucho no nos conocen. ¿Al presidente Kirchner? No, tampoco.., algunos me preguntaron si se hablaba en francés o en portugués, si Buenos Aires tenía mar... No sé por qué, pero esperaba cosas así. Pero no me arrepiento de haber ido, me trataron muy bien y encontré mucha tranquilidad para mi familia.
Una mirada sobre el Mundial de Clubes, en Japón
La futura participación de Boca en el Mundial de Clubes, en Japón, no pasó inadvertida para Guillermo: "En Japón, siempre en lo previo se cree que los de Europa están mejor que los de acá y no es así. Pasó con Milan y Real Madrid. La realidad indica que Boca en el torneo argentino está mucho mejor que Milan en el italiano. Lo bueno de Boca es que tiene jugadores con muchas finales y por eso confío en sus posibilidades".
Elogios para la tarea de Cagna en Tigre
Guillermo destacó la tarea de su ex compañero Diego Cagna como DT: "Se animó a salir a ganar y por eso Tigre está en el lugar donde está. Es un mérito muy grande haber ascendido a un equipo y salir a jugarle de igual a igual a todos en primera. El mérito es de los jugadores que se han entrenado y trabajado para estar, pero si vos no recibís el mensaje del DT de salir a ganar o apretar arriba..., estás en mitad de tabla. Y Cagna eso no lo ha hecho".
Por C. Leblebidjian y S. Torok
De la Redacción de LA NACION
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